¿OÍR O ESCUCHAR?


Bettina Cavalli


Lic en Psicopedagogía 
Formadora de CAEP

Con frecuencia utilizamos indistintamente ambos términos. De hecho son sinónimos. Sin embargo parecen portar ciertas diferencias de sentido.
   A veces nos pasa que aunque la otra persona pueda repetir textualmente el mensaje que emitimos, no nos sentimos  escuchados. No nos sentimos comprendidos.
    Sucede que para oír solo es necesario contar con oídos sanos o adecuadamente equipados,  pero para escuchar se requiere  algo más: es necesario “querer oír”;  esto es oír más allá de lo que la función auditiva permite. Se oye sin querer y se escucha queriendo.
   La cultura china expresa esta diferencia de sentidos con absoluta claridad:



   Los signos que forman el carácter chino que representa la palabra “escuchar” son cuatro: el oído, los ojos, la atención y el corazón.[1]

Escuchar con el oído me permitirá captar todas las palabras que me dicen.
Escuchar con los ojos me permitirá descifrar el lenguaje corporal (la mirada, los gestos).
Escuchar con atención me permitirá comprender el mensaje.
Escuchar con el corazón  me permitirá comprender a quién me transmite ese mensaje.

   ¿Puedo escuchar verdaderamente o me limito a oír?

   Es interesante formularse esta pregunta, sobretodo teniendo en cuenta que muchos de los conflictos interpersonales se producen a partir de malentendidos en la comunicación, habitualmente sustentados por una escucha que es inadecuada o insuficiente y que genera por ende, diferencias de comprensión.



[1] Ana Prawda, Mediación escolar sin mediadores, Bonum, Bs. As. 2008.