Lic
Yolanda Claure
Integrante
del equipo de formadores de CAEP
Prof.
en Ciencias de la Educación, con Posgrados en Investigación Educativa,
Currículum y Planeamiento Educativo.
Capacitadora
y Coordinadora del Departamento de Capacitación del IES N°10, Jujuy.
Quienes trabajamos en los Institutos de Formación Docente, estamos
acostumbrados a que una de las tantas incoherencias pedagógicas que se escuchan
son: “La investigación no es para mí, prefiero dar clases”
Muchas veces me pregunto qué es lo que hace que no consideremos la
posibilidad de poder conciliar ambas tareas: la formación permanente y la
investigación.
Nuestras trayectorias escolares, seguramente han contribuido a que
pensemos que son ámbitos antagónicos. Sin embargo, existen variadas
experiencias de docentes que hacen investigación en sus aulas, que conforman
redes, expediciones, círculos, ateneos, colectivos que utilizan las narrativas
con estrategia de investigación por ejemplo.
No vamos a ocuparnos aquí de todas ellas, sino que brevemente daremos
algunos argumentos a favor de abrirnos a
la posibilidad de la investigación en nuestras prácticas.
Si bien tradicionalmente como docentes nuestro
ámbito de desempeño es la enseñanza, ésta puede
transitar a la gestión de procesos investigativos de la realidad. Ser
sólo docente no es la única posibilidad; si pretendemos impactar en la vida de
los estudiantes, ser un docente-investigador es un camino más que interesante.
La función del docente investigador, eso sí, irá
más allá de la mera tendencia de localizar problemas y resolverlos, al estilo
de un bombero que apaga incendios. Su misma función lo coloca en una posición
privilegiada como para anticiparse al conocimiento de las diversas necesidades
que ejercen o pueden llegar a ejercer algún tipo de incidencia en la formación
futura de los educandos y en el desarrollo educativo de la comunidad. La
aplicación de la investigación desde el aula le puede dar esa visión
prospectiva de la realidad educativa de su ámbito de acción.
Para lograr estos grandes propósitos, el docente
debe estar siempre a la búsqueda de métodos y técnicas novedosas y acordes a
las necesidades e intereses de los educandos y de los suyos propios. Entre
estos, la investigación ocupa un lugar central.
La idea no es que el docente deje de ser docente
y se vuelva investigador. Por el contrario, la idea es que siga siendo docente,
que siga siendo un facilitador de aprendizajes para el grupo de alumnos con
quienes trabaja, pero con conocimiento integral y total sobre ellos, formando
su personalidad y su futuro. Que los conozca y los comprenda, conociendo su
entorno natural, su mundo sociopolítico y su universo cultural. Para esto, a su
función docente, debe agregar el oficio de investigador. Es decir, que sea,
integralmente, un docente-investigador-docente.